Un vaquero del Oeste bajito y enclenque se apea del caballo, lo ato y entra en un saloon. Va a la barra, pide una sopa y conversa con otros vaqueros. Al cabo de un rato sale, y vuelve a entrar hecho una furia: -¿Quién ha pintado mi caballo de verde? De entre los clientes surge un vaquero de dos metros de alto, musculoso y con cara de pocos amigos. -He sido yo, ¿pasa algo? El otro aún se vuelve más pequeño de lo que era, empalidece y responde con un hilo de voz: -Hum, solo quería decirle que la primera mano ya está seca, así que ya puede darle la segunda...