En la consulta del dentista se oye un grito desgarrador: -¡Aaaaaaay! El dentista regaña al cliente: -¿Quiere usted hacer el favor de comportarse, señor mío? ¡Aún no le he tocado ningún diente! -¡Puede que no me haya tocado un diente, pero ya lleva un buen rato pisándome el pie!