El jardinero del cementerio casi todos los días veía a una mujer meando en la tumba de su marido... Un día cansado ya de tener que limpiar siempre su locura le dice: -¡Señora! ¿No puede usted llorar un rato como todas y luego irse a su casa? -Mire caballero, cada una llora por donde más lo siente!