Libro de chistes cortos buenos

Un médico, cuya escritura era del todo ilegible, escribió a un amigo y cliente para invitarle a comer, pero éste no se presentó, y el médico le llamó por teléfono: -¿Recibió usted la nota que le mandé? -Sí, doctor, la llevé inmediatamente a la farmacia y estoy mucho mejor.