Un ex-aficionado al ajedrez, que se había quedado ciego, reta a otro a ugar. Éste, un tanto cohibido, le dice: -Acepto con mucho gusto, pero le concederé alguna ventaja. -Ninguna -dijo el invidente-, jugaremos en igualdad de condiciones. -Muy bien. ¿Cuándo será la partida? -La noche que usted quiera.