Libro de chistes cortos buenos

Los ocupantes de una avioneta sufren un accidente y caen en una isla solitaria, donde no hay nada para comer. El piloto, de veinticinco años, y el pasajero, un viajero de ochenta. Después de ocho días de hambre, comprenden que uno tiene que morir para que el otro sobreviva. El anciano llora: -¡Qué ganará usted conmigo... Soy un puro hueso... Qué muerte tan horrible...! El joven no aguanta el llanto y le tranquiliza: -Total, todos tenemos que morir. Es cuestión de calendario. Coge el revólver, se lo pone en la sien, y ... El viejo le detiene, lamentándose: -¡No por favor, no! ¡En la cabeza no... A mí me gustan tanto los sesos...!