Libro de chistes cortos buenos

Un policía de tráfico logra detener un coche que va a toda velocidad, y lo conduce una chiquilla espléndida. -Señorita, tengo que sancionarla por exceso de velocidad. -¡Béseme, señor guardia! -le pide ella sonriendo. El guardia, algo mosca, sigue con lo suyo. Ella insiste en el beso. Por fin, el agente termina de escribir y, mientras le extiende la multa para que la firme, pregunta: -¿Por qué insiste usted tanto en que la bese? -¡Porque -contestó ella secamente- me gusta que me besen cuando me están jodiendo!