Un joven y un pastor protestante se conocen en el vagón de un tren. horas más tarde, el jovencito ha rechazado todos los ofrecimientos del pastor sobre una revista, una bebida, un cigarrillo, etc. Responde invariablemente: -¡No, gracias! No leo... No bebo... No fumo... -Joven, admito sus principios. Me gustaría presentarle a mi mujer y a mi hija, que están en el vagón de aquí al lado. Y el jovencito sigue impasible: -¡No, gracias: soy vegetariano!