Libro de chistes cortos buenos

Un campesino en el consultorio de un médico se siente sorprendido al oír que debe entrar en la sala contigua y desnudarse. -Pero a mí sólo me duele la garganta -protesta. Y la enfermera: -Es una norma del doctor. Cortadísimo, el hombre entra en la habitación, donde ya hay otro completamente desnudo. -¿No es ridículo -le pregunta- pensar que he venido aquí sólo para que me miren la garganta? -¿Y de qué diablos se lamenta? -exclamó el otro-. Yo únicamente he venido a leer el contador del gas...