Libro de chistes cortos buenos

Un campesino se dedicaba a cultivar melones. Le iba bastante bien, pero había una pandilla de chicos que se metían en su huerto y le robaban los melones. Al cabo de un tiempo, este hombre decide que tiene que hacer algo para detenerlos, así que planta un cartel en mitad del huerto diciendo: uno de estos melones está envenenado. Ciertamente los chicos dejaron de robarle melones, pero unos días más tarde se encontró con que habían cambiado el cartel y ahora decía: dos de estos melones están envenenados. Y tuvo que tirarlos todos.