Libro de chistes cortos buenos

Un virtuoso pianista anónimo va a dar un concierto en en la Ópera de Viena. El público aplaude a su entrada y luego se dispone a tocar cuando uno del público grita: -¡Vivan los vascos! Termina el concierto y le preguntan cómo sabía que era vasco, a lo que él contesta: -Pues muy sencillo, mientras que los demás pianistas acercan la silla al piano, este vasco acercó el piano a la silla.