Libro de chistes cortos buenos

La taberna estaba abarrotada de enanos, que como sabéis les encanta la cerveza. Tan grave era la cosa que cada uno acabó donde pudo, uno tirado en el suelo otro en el banco de atrás, otro en el mostrador... etc. La puerta se abre de repente y entra un tipo también super borracho que al ver el panorama grita: ¡Anda, se desencajó el futbolín!