Un señor muy encariñado con su perro decide irse de vacaciones, pero como no es fácil que admitan animales en los hoteles, envía un e-mail al director del hotel donde quiere hospedarse: Mi perro es muy educado y suele portarse muy bien. ¿Podría tenerlo en mi habitación? Llega la respuesta, días más tarde: En cuarenta años de profesión nunca he visto a un perro robando los ceniceros o las toallas, ningún perro me ha insultado jamás, nunca he visto a un perro marcharse del hotel sin pagar la cuenta. Por supuesto que su perro puede hospedarse, y si responde de usted, no habrá inconveniente.