Una señora entra la mar de alterada en una tienda de animales y protesta: -Ayer compré un perro en esta tienda. Lo llevé a casa y... ¡mordió a uno de mis hijos! ¡Usted debería haberme advertido de que era un perro agresivo y peligroso! El comerciante le responde sin inmutarse: -¡Disculpe señora, pero ya se lo advertí! -Eso no es cierto -insiste la señora-, me acuerdo perfectamente: ¡me dijo que a este perro le gustan los niños! -¡¡¡Precisamente!!!