Libro de chistes cortos buenos

Un veterinario no se siente muy bien y decide ir a la consulta de un médico. El doctor comienza a hacerle mil preguntas sin tan siquiera mirarlo y toma notas y más notas sobre sus síntomas, las enfermedades pasadas, alergias, intolerancias, todo su historial clínico anterior desde su nacimiento hasta la actualidad... En un momento dado el veterinario, que ya ha perdido la paciencia, interrumpe al médico. -Disculpe, doctor, pero ¿no podría hacer como hago yo con mis pacientes? ¡Los examino, les miro los dientes, las patas, hago un diagnóstico y los curo! -Claro, claro -asiente el médico con una risita-, pero entonces, si el tratamiento no funciona, tendré que sacrificarle...