Libro de chistes cortos buenos

Un explorador en ruta por el desierto del Sahara está muerto de sed. Tras un gran esfuerzo llega a un oasis, logra arrastrarse con la lengua fuera hasta el pozo y hunde la cabeza en el agua. Cuando ya ha saciado su sed, exclama la mar de feliz: -¡Viva, el agua tiene sabor a cloro! ¡Por fin he llegado a la civilización!