Libro de chistes cortos buenos

Un anciano invita en un autobús repleto a una señorita a sentarse sobre sus rodillas. -Señorita, siéntese tranquila. Usted tiene un aspecto muy cansado y yo ya soy un hombre muy viejo. La chica lo duda un momento; pero, al final, acepta. De pronto: -¡Señorita, señorita! ¡Levántese... rápido! ¿Es que no se da cuenta? ¡No soy tan viejo como suponía...!