En la sinagoga local se ha organizado una lotería para recoger dinero para la construcción de un nuevo templo. Se anuncia el número correspondiente al tercer premio, y al ganador le toca un estupendo televisor de color. Luego, anuncian el segundo ganador. Es el señor Leví, que se acerca a la mesa de los premios. Y podéis imaginaros su sorpresa cuando se entera de que le ha tocado una tarta hecha en casa. -¡Una tarta! ¿Y quien quiere una tarta? Me he gatado quinientos dólares en boletos. El tercer premio es un televisor... ¡Y me dan una tarta! ¡No la quiero! -¡Sssschhh! -le aconseja el hombre que está cerca de él- La tarta ha sido preparada por la mujer del rabino. -¡Y un culo a la mujer del rabino! -protesta el señor Leví, -¡Sssschhh! -continúa el otro-. ¡Ese es el primer premio!