El joven confiesa al cura que las mujeres de la comunidad le tientan continuamente. El cura le dice: -Resiste jovencito, y tendrás tu recompensa en el cielo. La cosa parece calmarse. Pero cuando es el turno de una espléndida pelirroja que canta en el coro, el jovencito vuelve al cura y le dice: -Reverendo, no sé cómo lo podré resistir. A propósito, ¿cuál cree usted que será la recompensa que yo recibiré en el Cielo? Y el Padre responde: -¡Una montaña de heno, pedazo de asno!