Libro de chistes cortos buenos

Está un viejo comerciante judío, tirado en la cama, muriéndose y alrededor está toda su familia. -¿Estás aquí, Gladys, mi querida esposa? -Sí, cariño -responde la mujer afligida. Tras un breve silencio, el enfermo prosigue: -¿Y tú Viviana, mi honrada hija? -Sí, papá -contestó Viviana acariciándole la mano. -¿Y tú Alejandro, mi fiel primogénito? ¿Dónde estás? -Aquí, aquí -contesta el hijo. Entonces el viejo hace un gesto de enfado y murmura: -Y si todos están aquí, ¿quién diablos está supervisando la Empresa?