Libro de chistes cortos buenos

Finalmente tocó ir a confesarse y el joven Alfredo dijo: -Perdone Padre, pero tengo que reconocer y confesar que de vez en cuando me toco el pipilín. -Hijo mío, por Dios, ¿cuál es tu edad? -Tengo veintisiete años. -Hombre, a tu edad y con esas cosas. ¡Ya va siendo hora de que toques la polla!