Un tipo entra en un bar y explica: -Una vez tuve un perro superdotado, era muy, pero que muuuy inteligente. La gente que hay en el bar siente curiosidad. -¡Caramba, qué fuerte! ¿Y qué hacía? -Era tan tan inteligente, que podía decir su nombre. -¿Ah sí? ¿Y cómo se llamaba? -Se llamaba... ¡Guau-guau!