Libro de chistes cortos buenos

Una señora recorre sin resultado varias clínicas, tratando de curar el hipo de su hijito. Días más tarde, una curandera le aconseja que, durante la noche, le coloque en el miembro un rojo, ¡y el remedio funcionará! Pasando un tiempo, el marido llega a casa borracho, y su hipo no le deja a la señora dormir. Entonces, ésta recuerda el remedio, y apela al mismo. A la mañana siguiente, el marido, al sacársela para orinar, exclama: -Que me emborraché, me acuerdo... que estuve en el prostíbulo, también... pero que me premiasen, ¡eso sí que se me ha olvidado!