Una viejecita sube al autobús con mucha dificultad. Lleva un bastón y moviéndose de un lado a otro, hace mucho ruido. -Señora, ¿sabe que si usted le pusiera una goma al bastón -le aconseja un joven sentado cómodamente- no molestaría con tanto ruido...? -¡Tienes razón, chiquillo, tienes razón! Pero si tu padre también se hubiera puesto una goma, entonces tú no estarías aquí y yo podría sentarme en tu lugar...